El Niño De Azul

Un niño de 12 años al que le apasiona mucho la naturaleza. Una tarde salió, montando un caballo sin darse cuenta llegó muy lejos, a un lugar que jamás había visto. Entre árboles y muchos matorrales iba despacio hasta que se topó con un árbol, enorme muy enorme tanto, que demoró unos cuantos minutos en darle la vuelta, se interesó mucho quería subir pero no podía. Sin embargo, El caballo se puso extraño; el niño, le acarició y le dijo, con una voz pausada y calmante:
- No pasa nada; ya regresamos… 

Estaba anocheciendo y tenía que regresar a casa, pero de repente escuchó un pequeño ruido que le llamó la atención. Miró por un lado y por otro. Pero no había nada, regresó, caminó unos cuantos pasos, de nuevo escuchó el mismo sonido. Decidió irse, llegó a su casa y le hacía muy extraño todo lo que había pasado. Su mamá lo llamó y le preguntó:

- ¿A dónde fuiste?. Él no le quiso decir lo que le había pasado, y dijo:

- Fui a dar un paseo por el rio, donde siempre vamos juntos.

- ¿Y fuiste con tu caballo?

- Si mamá. 
La mamá se preocupó porque vio en su hijo un semblante diferente. Al día siguiente, el niño tenía unas terribles ansias por ir de nuevo al mismo lugar. Pero quería irse sin que se entere su mamá. Fue por su caballo, tomó una cuerda y una escalera de mano, se subió y a todo galope fue por el mismo lugar, llegó y vio el árbol un poco diferente a lo que había visto el día anterior. Se bajó del caballo y tiró la cuerda a una rama del árbol para que se enganchara y así poder subir. Cogió de una punta la cuerda, le sujetó a la montura del caballo y la otra hacia su cintura; se sujetó a las escaleras y comenzó a subir, con movimientos per-turbantes en las manos por la flexibilidad de la escalera, se balanceaba un poco. Por la mitad de la escalera, unos cuantos metros le faltaba para llegar a la rama, y escuchó un murmullo parecido al que ya había escuchado. Se puso tembloroso y se aligeró un poco. En ese entonces vio un agujero muy pequeño de color azul entre el tronco del árbol, le dio el interés de tocar y le presionó. De repente, como algo muy veloz y traumático, como si hubiese tenido un desmayo, viendo luciérnagas y muchos colores. Pasó a modo de si se hubiese trasladado de un lugar a otro. Con nubosidades entreabrió los ojos y aparecieron muchos seres de color azul, con las orejas largas y de rostro no tan agradable. El niño se asustó. Se levantó rápido y caminó hacia atrás, con las piernas temblorosas. Los enapis eran seres en los que perduraba la jerarquía del rey, es decir el príncipe era Alfo y Sinki, su hermana. Pero Alfo era escéptico y agresivo a la vez, que pensó que este niño era un intruso y que les iban a hacer daño. Tomó su arma y le apuntó directo hacia la cabeza, en seguida Sinky se atravesó y le pidió que bajara su arma. Pero Alfo no le hacía caso, por suerte el papá de Sinki y Alfo, el que reina aquel lugar le pidió se controlara. Pero solo aceptó con la condición de que Sinki le ayudara a convertirse en uno de ellos, que aprendiera sus costumbres y adaptara su forma de vestir. Así, todos se retiraron. Y Alfo se fue furioso. Pero el niño aun no sabía dónde estaba, le preguntó a Sinki con algo de timidez, y Sinki un poco molesta por hacerle pasar un mal rato, no le dijo nada el niño le siguió por donde ella iba, llegaron muy alto, y desde ahí Sinki comenzó a explicarle cuales habían sido sus antecedentes, cuál era su abuelo, y la forma en que comenzaron a vivir en ese lugar. Luego, decidieron bajar. Él respiró con un desaliento que hacía pensar que se sentía cansado, por no querer bajar. Ella caminó rápidamente hasta llegar a un vacío donde había que tomar una cuerda larga, de la que se sujetaron y bajaron como en un para caídas. Llegaron en un lugar sumamente obscuro ella encendió una lámpara y comenzó a descender unas escaleras que se necesitaban para llegar más al fondo y él, le volvió a preguntar:

- ¿Cómo se llama este lugar?

- Se llama… Grandobol. El mundo del ensueño azul. 
Sinki traía en su frente una señal que era un símbolo especial en Grandobol, llevándole al final de este lugar, le tomó de la mano al niño y entraron en una caja donde había una especie de nubosidad en el suelo. Sinki se tocó con los dos dedos derechos la frente y repentinamente aparecieron en otro lugar. Sinki con algo de miedo de cómo iban a reaccionar viéndole así a este niño caminaron a escondidas hasta llegar a un cuarto cerrado donde ella trabajaba, y no sabía qué hacer para que no descubran que es un extraño. Así, dando vueltas y vueltas se le ocurrió una idea y rápidamente, cogió un traje del hermano Alfo, de una habitación contigua a la de ella y le puso. Pero igualmente no cambiaba nada y tuvo que utilizar una pintura algo extraña porque salió de una bombilla de aire y le pintó todo su cuerpo con sólo, hacerle tocar ese frasco. El niño se sorprendió, al tener la duda de como hacían para llegar tan rápidamente de un lugar a otro y ahora de haberle pintado todo su cuerpo de azul.

- ¡Oh!, es magnífico. Dio un brinco sintiéndose feliz, pues ya era uno de ellos.

- ¡Espera!… ya vamos a Salir. 
Por suerte Sinki era del mismo tamaño del niño, salieron. Sinki un poco intranquila, caminaban y los demás enapis veían con extrañeza al niño, pero continuaban su destino. Llegaron a una bodega y Sinki pidió su orden. Eran dos cajas repletas de papeles, ella se dedicaba a revisar todas las identificaciones de los enapis. Levantó una de esas y dijo:

- Creo que hoy, no voy a acabar… Refiriéndose al que trabajaba de supervisor en la bodega. Igualmente, el niño sujetó la otra caja y fueron de regreso a la oficina de Sinki. Abrieron las pacas, y sinki dijo:

- ¡Mira! todos aquí tenemos nuestro cargo, todos nos ayudamos mutuamente

- ¿y en el lugar, dónde estábamos antes? ¿Qué hacen allí…?

- Ahí vive mi padre, y todos nosotros también, nos alimentamos y solo nos dedicamos a descansar. Allí es prohibido trabajar.

- Me vas a ayudar, pasando todos estos papeles para yo revisar si están correctos.

Así estaban bastante tiempo. El niño estupefacto, porque no se acordaba de donde era. No recordaba a su mamá ni a nadie. Y asombrado porque le empezó a dar hambre y no veía a nadie que comían desde que apareció ahí. Repentinamente díjo:

- ¿En qué momento se alimentan ustedes?

- ¡Eh!, ya te dio hambre. Nosotros comemos después de un día… El niño puso una cara de asombro. Y Sinki ordenó los papeles que ya había revisado y dijo:

- Vamos, ahora tienes que concentrarte tu solo. Para transportarnos, yo ya no tengo suficiente resistencia para llevarte a ti también.

- Concéntrate, respira y piensa que estás allí. 

Sinki cogió otra bombilla, parecida a la anterior pero esta era obscura. Le hizo tocar y llegaron así, de nuevo. Lo llevo al comedor por el camino se encontraron con Alfo, seguía medio molesto y pasó sin decirle nada a Sinki.

- No te preocupes... ¡Ya se le pasará.

Llegaron y Sinki pidió le trajeran comida. Con tantos alimentos que él no había conocido y con el hambre que tenía se comió todo. Después le trajeron una bebida un poco extraña. Él se bebió con todas las ganas. E inesperadamente se acordó de todo, su mamá y de cuando estaba subiendo al árbol. Recordó ¡todo! Desesperado empezó a preocuparse. No sabía cómo salir de allí. Corrió agobiado de un lugar a otro.

- ¡Espera!, ¡espera!, yo te voy ayudar. 

En ese entonces, había un ruido mortífero, desesperante e intolerante. Y comenzó a temblar todo. Ni Sinki no sabía que es

- Vete a la guarida.

- ¿Y dónde es eso?

- Sigue por la derecha

- ¿Y tú adónde vas?… 
Sinki corrió donde su papá. A que no le ocurra nada. Y el niño sin saber qué hacer, corrió tras de ella. El rey estaba herido, pues le habían afectado más a él, ya que quería salvar sus pertinencias. Todos se encontraban con la interrogante de ¿que era? Eran otros seres de la misma especie pues eran más avanzados tecnológicamente. Y se habían enterado que existía en Grandobol una vida más tranquila, querían apoderarse de todo y a ellos esclavizarles. Lo que no sabían era como trasladarse, ya que eran distintos los códigos que habían descifrado para viajar. Entonces habían decidido crear una máquina, debido a esto no podían introducirse por la vida espiritual de todos los enapis. Esa era la creencia de todos ellos. Alfo, prontamente llamó a todas las tropas, y ordenó tomar todas las armas posibles para combatir. Mientras Sinki, aseguraba a todos en la guarida, por último entraba ella; comenzó a cerrar todas las puertas. Sin embargo, un pequeño se encontraba todavía afuera llorando y sin saber dónde estaba su mamá. El niño le alcanzó a ver y rápidamente salió de la guarida, le sujetó en sus manos al pequeño pero fue demasiado tarde, las puertas no las podían detener, solo alcanzó a las manos de Sinki al pequeño y él se quedó afuera.

- No importa Sinki, estaré bien. ¡No te preocupes! Y corrió al lugar de combate. Se colocó un casco de seguridad y tomó un arma. Alfo estaba alistando a todos y explicando. Con la voz extremadamente fuerte.

- Cuando yo les avise ¡disparan! ¡Entendido!. En ese entonces apareció el niño entre los ojos de Alfo.

- ¿Qué haces aquí?; Tú deberías estar en la guarida. ¡es muy peligroso! El niño valientemente le contestó:

- Soy uno de ustedes y mi deber es combatir con lo que sea para salvarlos.

- Está bien, avísame cuando no puedas.
Así los intrusos, llegaron y comenzaron a batallar con todo, pero lo que los enapis no creyeron era que el niño tenía poderes o los tuvo desde que entró en el árbol. Entonces con una fuerza espiritual, al alzar las manos para disparar morían cuantos, con solo la fuerza del viento. Entonces Alfo al ver esto, dijo:

- ¡Vamos! con todo a ¡disparar! 

Y pelearon con toda su fuerza para salvar Grandobol. Así, acabaron con los malos enapis. Todos sorprendidos y muy agradecidos con el niño, realizaron un banquete y celebraron. El niño llamó a Sinki y le dijo:

- Me tengo que ir, siento que mi mamá debe estar preocupada. 

Sinki fue a avisarle a su papá y todos decidieron que por mucho que quisieran hacerle quedar. Tenía que irse.

- Te voy a extrañar Sinki… siempre te recordaré.

- Así, lo haré yo también.

- Adiós a todos. 

De la misma forma le hicieron que toque una bombilla y estuvo en su habitación; se encontraba en la cama, fue corriendo donde su mamá y estaba todavía en su dormitorio. Regresó a su habitación, se miró en el espejo y estaba con la ropa de dormir… y se dijo: ¡oh! No… TODO ERA UN SUEÑO…

¿Qué te Pareció?
Autor: Bryan Merchán

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